domingo, 2 de diciembre de 2012

El viernes me di cuenta de algo que hace tiempo me venía cuestionando. ¿Por qué quiero tanto a mis compañeros, y a la vez me siento tan incómoda con ellos? A algunos los conozco hace muchos años y vengo compartiendo toda una vida con ellos, a otros los conocí hace un año, y lamentablemente no con todos empecé bien la relación. Soy una persona muy (pero muy) tímida, en exceso, y eso me juega siempre en contra. Creo que es por eso que no puedo unirme del todo a este curso; cuando todos saltan, gritan, bailan, cantan, se abrazan unos con otros, se sacan fotos y dicen lo mucho que se aman, comúnmente yo estoy en una esquina del aula viéndolos a todos disfrutar. Y este viernes entendí porqué. A pesar de que me lleve con algunos pocos, amo a este curso. A pesar de no sentirme parte de él, me agrada su compañía. Me gusta estar en el aula rodeada de toda esa gente. Cuando me fui de viaje los extrañé, veía las fotos que subían todos juntos y me daban ganas de volver. Extrañé entrar al aula y verlos en grupos hablando unos con otros, los comentarios que todos tiran en las horas de clase, las boludeces que hacen en las horas libres, las charlas que tenemos para arreglar todas las cosas para Bariloche, extrañé lo hiperactivos que pueden llegar a ser, y lo buen compañeros que se que son. Aunque parezca que no pertenezco ahí, yo me siento bien con ellos a mi alrededor.


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