sábado, 1 de septiembre de 2012

No sé cómo empezar esta entrada, simplemente tenía ganas de escribir algo. 

El miércoles empecé con las pruebas integradoras, tuve dos por día. El jueves fue mi cumpleaños, pero a pesar de eso fue un día bastante malo. Empecé con una depresión increíble, en el colegio seguía re mal y no sabía bien porqué. Tenía ganas de llorar todo el tiempo, y digamos que ese saludo en especial me dio muchísimas más ganas, no sé cómo hice para aguantarme las lágrimas. Por suerte al mediodía vinieron mis amigas a almorzar a casa y a la tarde algunos familiares, fue re lindo verlos después de un mes (desde el cumpleaños de mi mamá). Pasé un rato con mis primas, lo que me vino re bien para despejarme un poco. Y cuando se fueron todos tuve que estudiar (entré en crisis y me acosté muy tarde pero bueno, en la prueba creo que me fue bien).

Ahora, hablemos de uno de los principales temas que me tuvo bastante deprimida el jueves. Dios, no lo soporto más, no puede ser que sea tan difícil olvidar a una persona. Nadie me dijo que iba a costar tanto, nadie me advirtió. Y ahora sufro cada vez que me acuerdo de cómo solíamos ser, de esa amistad que tanto apreciaba. Pero después de mi cumpleaños me di cuenta que eso ya pasó, ya quedó atrás, y duele muchísimo más. Tenía una mínima esperanza de que volviera a pasar lo que pasó hace un año, con ese saludo tan lindo y todas esas palabras que me llenaron de esperanza. Pero no, nada que ver, y por eso ahora estoy más que segura de que todo quedó atrás y nada va a volver a ser como antes.
¿Por qué tuvo que pasar todo esto? Supongo que es lo que merezco.

Bueno ya está, ahora va a venir más familia y más amigas a casa para festejar mi cumpleaños. Por ahora voy a dejar toda esa depresión de lado y disfrutar.



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